miércoles, 1 de enero de 2025
Manuel Maples Arce
de todas las estéticas;
operador siniestro
de los grandes sistemas,
tengo las manos
llenas
de azules continentes.
Aquí, desde esta borda,
esperaré la caída de las hojas.
La aviación
anticipa sus despojos,
y un puñado de pájaros
defiende su memoria.
Canción
florecida
de las rosas aéreas,
propulsión
entusiasta de las hélices nuevas,
metáfora inefable despejada de alas.
Manuel Maples Arce
domingo, 27 de octubre de 2024
Antonio Gala
sábado, 12 de octubre de 2024
Candrée Chedid
UN RÍO NOS HABITA
Soterrado bajo nuestra piel
un río nos habita
Se mueve entre nuestros miembros
Sube hasta nuestros labios
A veces más viviente
que nuestros cuerpos que lo abrigan
jueves, 14 de marzo de 2024
William Ospina
sábado, 27 de enero de 2024
Clara Silva
pero tropiezo en tus misterios
Oigo hasta la respiración de las hojas
pero no entiendo las palabras de tu boca.
Clara Silva
Uruguay
miércoles, 22 de noviembre de 2023
Vicente Gerbasi
miércoles, 13 de septiembre de 2023
dad a sueño de Gerardo Diego
martes, 29 de agosto de 2023
Ni la muerte que es muerte, nos iguala
domingo, 16 de julio de 2023
Zoé Valdes
dibuja el oceano
nádala sin respirar
dibuja que te estudian
quisiera ser cómica
pegarle un tiro a alguien
Zoé Valdes
viernes, 7 de julio de 2023
Juana de Ibarbourou sexy
lunes, 3 de julio de 2023
Clementina Arderiu
martes, 4 de abril de 2023
José-Leonel Torrez
jueves, 15 de diciembre de 2022
Mario Benedetti
domingo, 11 de diciembre de 2022
Eliseo Diego
domingo, 13 de noviembre de 2022
lunes, 7 de noviembre de 2022
Poeta
jueves, 12 de mayo de 2022
Los besos arden
viernes, 28 de mayo de 2021
poeta
domingo, 29 de noviembre de 2020
León Felipe
domingo, 22 de noviembre de 2020
Olga Orozco
Entre perro y lobo
Me clausuran en mí.
Me dividen en dos.
Me engendran cada día en la paciencia
y en un negro organismo que ruge como el mar.
Me recortan después con las tijeras de la pesadilla
y caigo en este mundo con media sangre vuelta a cada lado:
una cara labrada desde el fondo por los colmillos de la
furia a solas,
y otra que se disuelve entre la niebla de las grandes manadas.
No consigo saber quién es el amo aquí.
Cambio bajo mi piel de perro a lobo.
Yo decreto la peste y atravieso con mis flancos en llamas
las planicies del porvenir y del pasado;
yo me tiendo a roer los huesecitos de tantos sueños
muertos entre celestes pastizales.
Mi reino está en mi sombra y va conmigo dondequiera que vaya,
o se desploma en ruinas con las puertas abiertas a la
invasión del enemigo.
Cada noche desgarro a dentelladas todo lazo ceñido al corazón,
y cada amanecer me encuentra con mi jaula de obediencia en el lomo.
Si devoro a mi dios uso su rostro debajo de mi máscara,
y sin embargo sólo bebo en el abrevadero de los hombres
un aterciopelado veneno de piedad que raspa en las entrañas.
He labrado el torneo en las dos tramas de la tapicería:
he ganado mi cetro de bestia en la intemperie,
y he otorgado también jirones de mansedumbre por trofeo.
Pero ¿quién vence en mí?
¿Quién defiende de mi bastión solitario en el desierto, la sábana del sueño?
¿Y quién roe mis labios, despacito y a oscuras, desde mis propios dientes?